El diagnóstico de los afectados por COVID-19 es crucial para tratar adecuadamente la enfermedad y detener la transmisión del nuevo coronavirus. Desde el inicio de la epidemia se han utilizado test de diagnóstico, pero el tipo de herramientas empleadas y los criterios para seleccionar a las personas que deben someterse estas pruebas han ido variando.
A continuación te explicamos a quiénes se realizan y qué dispositivos se emplean.
¿A quienes se realizan los test de diagnósticos?
Los profesionales sanitarios son los encargados de decidir, con criterios clínicos, quién se somete a este tipo de pruebas, siguiendo las directrices marcadas por las autoridades.
Según las autoridades sanitarias la realización del test de coronavirus se aplica a:
- Personas con infección respiratoria aguda con criterios de ingreso hospitalario. De este modo, se evita la transmisión en los hospitales.
- Personas con infección respiratoria aguda que formen parte del personal sanitario, personal socio-sanitario u otros servicios esenciales. Así se garantizan los servicios esenciales y se protege a los grupos vulnerables, controlando la transmisión.
- Personas especialmente vulnerables, como ancianos y en situación de discapacidad, aunque no estén graves.
¿Qué test se utilizan y cómo funcionan?
Se utilizan dos tipos de test: la prueba PCR (Reacción en cadena de la polimerasa) y los test rápidos.
Las pruebas con PCR
La PCR, siglas en inglés de reacción en cadena de la polimerasa, es una técnica que permite detectar y amplificar un fragmento del material genético de virus, bacterias u otros patógenos. En el caso del coronavirus, lo que se localiza es una molécula de ARN.
Para realizarla se precisa una muestra respiratoria de la persona sospechosa de estar infectada. Por ejemplo se puede obtener un exudado nasofaríngeo, es decir, una muestra de las secreciones de la parte superior de la garganta.
Si la prueba es positiva, es decir, cuando se detecta ARN del virus, se confirma que ese individuo está infectado por el SARS-CoV-2.
La PCR presenta una desventaja en caso de urgencia y de pandemia: tarda varias horas en determinar si una persona está infectada o no, lo que, a su vez, limita el número de pruebas diagnósticas que puede realizar al día cada laboratorio.
Los Test rápidos de coronavirus
Por el contrario, los denominados test de diagnóstico rápido permiten conocer en 10-15 minutos si una persona está infectada por el nuevo coronavirus.
La PCR es un método directo de diagnóstico, mientras que los test rápidos son indirectos. Esto quiere decir que no identifican el ARN del virus, sino que detectan, o bien los anticuerpos producidos frente al virus utilizando una muestra de sangre, o bien proteínas del virus presentes en las muestras respiratorias de exudado nasofaríngeo.
Estos test presentan otra ventaja frente a la PCR: pueden realizarse en el domicilio de un caso sospechoso, siempre supervisado por un profesional sanitario. También se están poniendo en práctica en el exterior de algunos hospitales de ciertas comunidades autónomas, sin necesidad de que los que se someten a ellos se bajen de sus vehículos.
Los test rápidos se basan en lo que se conoce como inmunocromatografía en papel, es decir, una plataforma que tiene pegadas las proteínas del virus para detectar anticuerpos, o bien anticuerpos específicos para detectar proteínas del virus.
Pero, dado que su sensibilidad y especificidad no son tan altas como las de la PCR, cuando se realiza a un gran número de personas deberá considerarse, en cierto modo, como un método de cribado, que permitirá limitar los ensayos de PCR a aquellos pacientes con sintomatología que den un resultado negativo en los test rápidos. Se espera que con ello se liberen profesionales y recursos del sistema sanitario para poder dedicarlos a otras tareas igualmente acuciantes.
No obstante, lo expuesto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado a todos los países la realización masiva del test rápido.